Jose: Bienvenidos al primer episodio de Bushido. Gracias por atender nuestra llamada.
Fernando: Muchas gracias a ustedes por llamar y es un placer poder estar conversando aquí con ustedes.
Jose: Gracias, Y mire, bueno, creo que no hay mejor invitado para un primer episodio que usted. Estaba leyendo su biografía y nuestras conversaciones habituales, me pareció que era importante que usted fuese el primer invitado. Así que, nada, siempre usted nos comenta de su práctica, que inició muy temprano, que ha hecho karate, taekwondo, pero leyendo su biografía me di cuenta que ha practicado otras artes marciales desde muy niño. A ver si nos puede contar un poco acerca de eso.
Fernando: Sí, cómo no,
José. Es un placer, bueno, para mí, como le digo, estar conversando con ustedes. Ojalá que haya algo que les pueda resultar interesante a la audiencia. No sé si es muy interesante lo que tiene que ver con la autorreferencia, pero bueno, respondo la pregunta de usted. Me hace esa pregunta, yo la respondo. Comencé a practicar desde muy chiquito, a la edad de cinco años aproximadamente. En ese momento en Argentina solamente se conocía el judo y algo de karate. Y bueno, comencé como la mayoría con judo durante un año y pico o dos, era muy chiquito, pero fue mi primera aproximación. Y luego sí, estudié karate do del estilo Ito Sukai con un maestro, que en ese momento no tenía el grado de dan, sino que era primer kyu. En aquel momento se tardaba mucho en Argentina para que un occidental o un argentino pudiese rendir el grado de dan. Estaba casi reservado solamente a la colectividad japonesa y pasábamos años y años en el primer kyu. Y bueno, ese profesor que fue muy bueno para mí, fue el primero que me introdujo más seriamente en el judo. En un momento tuvo que parar su judo y abandonó. Dijo que iba a dejar de enseñar por unos meses, que luego iba a retomar. Y yo, bueno, estaba muy entusiasmado con la práctica. Entonces, para no perder el ritmo, vi que en un lugar cercano había lo que conocíamos en ese momento denominado karate coreano, que era el taekwondo. Y ahí, bueno, me enamoré del taekwondo por la velocidad, por las patadas, por los saltos. Era un chico joven, un nene prácticamente. Y bueno, eso me entusiasmó mucho y fue a lo primero que le dediqué una práctica ya más seria, hasta llegar a algún grado de dan. Y eso se extendió esa práctica del taekwondo hasta la adolescencia.
Jose: ¿Y cómo descubriste el Aikido?
Fernando: Bueno, paralelamente me empezaron a interesar también las artes marciales chinas y fue recién para los 14 o 15 años que descubrí el Aikido. Y obviamente cuando descubrí el Aikido, entendí que ahí había algo diferente, algo extraño para mí, pero que me llamaba la atención. Lo tomé y no lo solté nunca más. Nunca más lo solté.
Jose: ¿Y con qué sensei comenzaste a practicar Aikido?
Fernando: Sí, la verdad que al principio acá había tres maestros. El maestro Miyazawa, el maestro Sakanashi y el maestro Kurata. Y en ese momento todavía estaban unificadas las escuelas. Entonces, bueno, sí, llegué a practicar con todos esos. No con Miyazawa sensei, pero sí con Kurata sensei y con Sakanashi sensei. Muy poco, muy poco tiempo. Hasta que conocí a sensei Rodríguez, que fue uno de los primeros argentinos en alcanzar el grado de Dan, una persona extraordinaria como artista marcial. Y fue con él que verdaderamente empecé a practicar Aikido con más seriedad, digamos, con más profesionalidad.
Jose: Y, sensei, ¿de qué año estamos hablando que empezó su práctica de Aikido?
Fernando: Y yo comencé más o menos en el año 86. Yo nací en el 71, así que pude sacar las cuentas más o menos. Pero sí, calculo que fue para esa época. Y hacia los años 90, 89, 1989, fue que ya conocí a Rodríguez y, bueno, empecé a practicar con él.
Jose: Un dato de color, el sensei Rodríguez era una persona que, además de ser un tremendo artista marcial, él tenía experiencia de combate real en los combates de la Una del Desierto y en la Guerra de Malvinas. ¿Podría describirnos su acercamiento a él y rememorar un poco la historia con el sensei Rodríguez?
Fernando: Sí. Jose: ¿Qué recuerdos guarda del sensei Rodríguez, que ha fallecido?
Fernando: Sí, infinitos recuerdos, muchísimos. Y fue realmente una persona que me educó, que ayudó, contribuyó a mi educación, a la que me dio mi familia. Pero él realmente fue un referente ético, moral, no solamente técnico, sino que era una persona con una nobleza intachable, con un sentido de la responsabilidad, con un sentido del compromiso. Y eso fue el más grande legado que él me dejó.
Jose: ¿Y usted siempre hace como mucha referencia al sensei Rodríguez como un gran maestro?
Fernando: Sí, y también mi maestro es Ando Tsuneo Shihan, el heredero del maestro Gozo Shioda. Y realmente yo muchos años más tarde viajé a Japón para descubrir o conocer a quien hoy es mi maestro, y espero que lo sea hasta el final de mis días. Cuando viajé, viajé con la ayuda y la recomendación del sensei Rodríguez, que todavía estaba vivo. Pero fui a practicar Yoshinkan, que es el estilo más duro, más disciplinado, si se quiere, de Japón, esperando encontrar lo que encontré, una práctica ruda y durísima, exigente. Pero no era muy distinto de lo que yo ya hacía aquí en Argentina con sensei Rodríguez. O sea que para mí el aprendizaje o la transmisión que él me legó durante más de 20 años me ayudó para…
Jose: ¿Y seguía alguna línea particular cuando hacía Aikikai con el sensei Rodríguez?
Fernando: Claro, él había sido el principal discípulo de Yamamoto sensei, un Judoka muy muy famoso, imbatible en los torneos y en los combates. Yamamoto sensei es un mito, ya fallecido también, pero un grandísimo maestro de Judo. Él era su principal discípulo. Cuando recién se iniciaron las artes marciales en Argentina, eran muy poco conocidas. Y Yamamoto sensei en su grandeza, por las características físicas del sensei Rodríguez, un día cuando se enteró que el Aikido había ingresado en Argentina, le dijo a usted que debería practicar Aikido porque su físico y su técnica es lo más apropiado para usted. A eso hablaba de la grandeza y la humildad y la sensibilidad de Yamamoto sensei, y claro que no se equivocó, tuvo muchísima razón ese maestro. Y bueno, entonces, el sensei Rodríguez también fue estudiante de los maestros que recién llegaban acá, principalmente de Murata sensei y Sakanashi sensei, pero claro, muy pronto él desarrolló una línea de estilo, un estilo de Aikido, digamos, en una línea muy personal y muy teñida de sus antecedentes castrenses y su formación militar y de comando. O sea, un Aikido que no dejaba de lado para nada la eficacia combativa del arte marcial como tal, sin perder por ello la espiritualidad, porque era una persona con valores morales intachables, y que transmitía el Do de una manera muy profunda también, muy profunda, y de una gran sabiduría. también, ¿no? O sea, de una gran sabiduría porque realmente podría contar muchísimas cosas de su actuación en combate o de su valor o de sus gestos en la vida cotidiana, que eran realmente los de un gran maestro.
Jose: Sensei, y estuvo 20 años con el sensei Rodríguez, era cuarto dan, y decide… Sí, tal vez un poco más, tal vez algunos años más. Y decide hacer Yoshinkan, ¿cómo fue ese despertar o dónde estuvo esa curiosidad por practicar Yoshinkan?
Fernando: Y bueno, la verdad es que siempre tuve una admiración tremenda por Shioda Kancho, por el maestro Gozo Shioda, el fundador del Yoshinkan, y por su estilo. Veíamos algunas películas, pocas que llegaban en VHS en aquel momento, sobre grandes maestros del Aikido, y bueno, Gozo Shioda Sensei era realmente algo sobrehumano, lo veíamos como algo… como lo que era realmente, ¿no? Porque era un maestro de una calidad técnica impresionante. Y entonces, bueno, la admiración por ese estilo del Aikido, sin saber muy bien que tenía sus particularidades metodológicas, yo por supuesto no sabía nada de eso, pero sí sabía o intuía, mejor dicho, que en el estilo Yoshinkan había algo especial para indagar, ¿no? Sí, había algo, ¿no?
Jose: Y bueno, cuando tuve el H… Fernando: Lo escucho, Sensei. Jose: Sí, perdón, dígame.
Fernando: No, no, por favor, por favor, no quiero interrumpir su pregunta.
Jose: Siempre hacemos referencia a que se referían al Sensei Shioda como que tenía la técnica de los dioses, y a mí eso siempre me ha llamado la atención, porque uno ve la contextura de Sensei y… es sorprendente todo lo que puede llegar a ser, ¿no?
Fernando: Sí, sí, sí, la verdad que sí. Y bueno, por supuesto esa fue la premisa, ¿no? Y bueno, Sensei Rodríguez muy humildemente me apoyó en esa empresa, en algún momento me dijo vaya a Japón, busque maestros, aprenda, traiga todo lo que pueda, ¿no? Y así lo hice. Pero bueno, lamentablemente o afortunadamente para mí también, porque cuando pude realmente disponer de los medios económicos, que no son fáciles de adquirir en Latinoamérica para ninguno de nosotros, ¿no? Viajar a Japón es muy oneroso, muy difícil. Yo no conocía para nada el idioma en ese momento, ni la cultura demasiado tampoco, más que la práctica del Aikido, y no sabía con qué me iba a encontrar en el país, no sabía cómo me iban a recibir. Entonces le escribí varias cartas a Ando Sensei con la ayuda de la Embajada de Japón aquí en Argentina, casi copiando kanji por kanji, ¿no? Como si fuera copiar un dibujo. Y bueno, recibí al principio la negativa de Ando Sensei, pero luego él accedió a recibirme y tuve muchísima suerte de que Ando Sensei me pueda recibir, porque para el momento que yo ya pude viajar, el Maestro Shioda ya había fallecido, ¿no? Entonces yo decidí buscar a quien, digamos, empecé a admirar a varios maestros que admiraba y admiro mucho, como Chida Sensei o Takeno Sensei, bueno, muchos de los grandes maestros de Yoshinkan, que son muy admirados por mí, pero sin embargo yo noté en Ando Sensei algo que para mí no solo lo sentí como un legítimo heredero de Shioda Sensei, sino que también sentí que había algo que se comunicaba con mi manera de entender el budo humildemente, ¿no? Y salvando las enormes distancias, pero sentí que había una resonancia, una afinidad con su manera de entrenar y su manera de sentir la práctica, ¿no? Y bueno, eso se cristalizó y bueno, tengo la suerte de haber podido establecer una relación maestro-discípulo muy profunda con Ando Sensei, con el que, digamos, tengo una admiración y un respeto absoluto, es, digamos, no puedo imaginar mi práctica sin su presencia, sin su ayuda, sin su enseñanza. Y también siempre recuerdo de dónde uno viene, ¿no? Porque no hubiera podido acceder a, digamos, a las enseñanzas superlativas y extraordinarias de un maestro de altísimo nivel, tal vez uno de los más importantes Aikidokas vivos en este momento, ¿no? Si no hubiera sido por la formación previa que recibí del querido Rodríguez Sensei. Jose: Sensei, ¿y fue entonces en 2007 cuando usted toma la decisión de hacer su primer viaje a Japón? Fernando: Sí. Y… Sí, sí, en el 2007 fue la primera vez que pude viajar. Jose: Y entiendo que no fue nada sencillo ese primer viaje, ¿no? Fernando: No, no, no, ninguno de los viajes ha sido sencillo, ninguna de las estancias en el Ryu dojo ha sido sencilla. Cada una de ellas con dificultades diferentes, ¿no? Jose: Claro. Claro, Fernando ¿no? Pero bueno, la primera sí fue una aventura absoluta porque iba hacia lo desconocido, no sabía cómo llegar al dojo, cómo viajar, no tenía idea de absolutamente nada y fue realmente un salto al vacío, ¿no? Un salto al vacío de que… Literalmente….hoy me puedo sentir…Sí, sí, me puedo sentir hoy muy feliz de haber tenido el desparpajo, ¿no? O no sé, hasta la arrogancia si dijera o la inconsciencia, ¿no? Eso creo que es un término mejor, ¿no? Creo que fue algo sin simplemente dejarme llevar por la intuición de una manera febril, alocada, completamente… Jose: A ver, en 2007 tomó un avión y llega a ese primer contacto. ¿Aura y Azul? Fernando: Sí, ese primer contacto con el maestro Ando, Jose: no sé si nos puede relatar un poco cómo fue. Fernando: Sí, cuando yo llegué a Japón, Ando Sensei no estaba en el dojo, él estaba dando un seminario en Alemania en ese momento y bueno, ahí tuve la suerte de contar con los que hoy son mis compañeros de práctica y mis senpais, que son Jim Dawes Sensei y Mishuhashi Shihan, a esta altura, Mitsuhashi Shihan. Bueno, en ese momento los uchideshi que estaban en el Ryu Dojo asistiendo a Ando Sensei eran Ota Sensei, Mitsuhashi Sensei, Stephanie Sensei, que luego se convirtió en su esposa años más tarde, la esposa de Ando Sensei, ¿no? Y Jim Sensei, ¿no? Y ahí llegué yo y ellos me acogieron en el dojo, me ayudaron muchísimo, al punto tal que Jim Sensei me permitió dormir tanto a mí como a mi esposa en un departamento que tenía ahí a unos metros del dojo y fue realmente muy generoso de parte de todos ellos y me han ayudado muchísimo y lo siguen haciendo, ¿no? Lo siguen haciendo, para mí ellos son mis compañeros, mis senpais y se ha trabado una relación de amistad de enorme profundidad y que se acrecienta día a día y que bueno, siempre estamos en permanente contacto y siempre con ganas de vernos y juntarnos a practicar. Jose: Y a diferencia de lo que uno puede hacer normalmente, ir a un dojo de cualquier estilo y decir quiero practicar aquí y pagar la matrícula, entiendo que esa aceptación de ser alumno de Ando Sensei no es tan sencillo, ¿no? Fernando: Sí, Ando Sensei tal como era su maestro, Shioda Kancho, es una persona muy abierta y muy despojada de la formalidad, de lo que yo llamo el formalismo estúpido, el formalismo tonto. Yo puedo contar tal vez cómo fue su experiencia cuando él se hizo uchideshi del maestro Shioda, exactamente. Yo viví algo muy parecido. Fui aceptado en el sistema que se llama Live and Training, o sea, entrenar y vivir con el maestro. Y es un sistema que hoy mismo en el Ryu Dojo está abierto, ¿no? Luego de la pandemia están empezando a recibirse algunos estudiantes, por suerte eso se está normalizando poco a poco. Pero bueno, asumir esa forma de práctica es muy duro, hay que levantarse a las 4 de la mañana, 5 y media de la mañana hay que estar ya en la puerta con frío, con calor, con nieve, con lluvia, con el kekogi puesto y esperando que el maestro baje. La limpieza, la cocina, ¿no? Y hacer 4, 5, 6 clases diarias. Ir a diferentes dojos, ¿no? Y bueno, prácticamente no hay descanso, sino que tal vez hay un día lunes cada 15 días de descanso, ¿no? Realmente la tarea es muy difícil para el uchideshi que recién llega, pero también es muy difícil como me tocó las últimas veces en las que estuve en mi segunda casa, y bueno, está ya con un grado más alto y estando más cerca del maestro para reportarle, para hacerle de uke o para lo que fuera, ¿no? Son exigencias distintas y todas son profundas y difíciles. Jose: Entonces, ¿tener un grado más alto no hace la tarea más fácil? Fernando: Sí, o sea, tener más grado no lo hace más fácil, sino que te compromete más, ¿no? Así es. Por el contrario, ¿no? La responsabilidad siempre es mayor y la necesidad de brindar ejemplo también es mayor, ¿no? Y en ese sentido Ando Sensei es un maestro de una profundidad y una disciplina, bueno, inconmovible, ¿no? FudoShin tiene un espíritu inconmovible y no se corre un centímetro del deber ser, ¿no? Entonces es muy difícil seguirle el ritmo y no cometer errores y estar a la altura, pero bueno, siempre hice lo que pude de la mejor manera que pude hacerlo, ¿no? Y siempre lo único que me pudo jactar o vanagloriar es de haber dejado cuerpo, mente y espíritu en el tatami sin ningún reparo y sin guardarme absolutamente nada, ¿no? Y si no pude dejar más es porque no había más para dejar, ¿no? Sabiendo que lo que había para dejar no era demasiado, pero era lo que había, y mi único orgullo es no haberme guardado nunca nada, ¿no? Jose: ¿Cuál es la importancia de tener un maestro que te guíe en el camino del Aikido? Fernando: Sensei, y bueno, a esta altura la conversación ya parece un poco tonto, ¿no? ¿Cuál es la importancia de un maestro que te guíe en el camino? Y es muy difícil poder profundizar en la práctica sin un maestro, ¿no? Y no solo sin un maestro, sino sin un grupo de pertenencia en la práctica, sin una metodología, ¿no? Es como siempre yo doy un ejemplo, ¿no? Es como si alguien se tirara en la costa de Buenos Aires, aquí en el río La Plata, anchísimo, el río más ancho del planeta, ¿no? Para tratar de ir nadando hasta las costas del Uruguay, ¿no? Y bueno, si uno se tira solo, sin una brújula, sin entrenamiento, es muy difícil que uno llegue, ¿no? No digo que sea imposible, pero es mucho más difícil que si alguien que ya hizo eso va en un lanchón, ¿no? Al costado diciendo, vamos, que usted puede un poco más, de esta manera, conservó la respiración, ¿no? Se está desviando del camino, vuelva a la ruta, ¿no? Entonces, siempre en Japón se dice que la relación entre maestro y discípulo es como la aguja y el hilo, ¿no? El maestro es la aguja y el discípulo es el hilo, ¿no? Que permite unir las dos telas, ¿no? Entonces es muy importante el discípulo, tal vez es más importante que el maestro, porque es lo que queda, ¿no? Lo que queda. El maestro, una vez que pasa, la aguja ya no tiene más sentido y más función, ¿no? Porque lo que importa no es tanto el maestro, sino la enseñanza, ¿no? Uno no se apega a su maestro, sino que se apega a la enseñanza de ese maestro. Y bueno, pero digamos, es muy importante que uno busque su maestro y lo siga, porque el maestro nos protege de una práctica superficial. En el sentido que, si la práctica está sujeta a mis caprichos, ¿no? Si uno practica solo para sentirse bien, solo para aprender a defenderse, o solo para mejorar físicamente, o solo para curarse, ¿no? Y bueno, en el Zen dice que es al revés, ¿no? Uno no practica para curarse, sino que se cura para poder practicar. Entonces, si uno, digamos, desconoce la motivación de la práctica, no creo que esto es lo más difícil y lo más profundo. La práctica tiene que tener una motivación pura, ¿no? Y la motivación pura, en definitiva, es la felicidad de todos los seres, ¿no? La transformación del karma, ¿no? Por llamarlo de alguna manera un poco más profundo. Si uno simplemente práctica buscando un beneficio personal o una intención secreta, esa práctica va a ser muy frágil y con el paso del tiempo va a tender a claudicar, ¿no? Porque, digamos, uno va a estar susceptible a los caprichos del ego, ¿no? Si el maestro me dijo algo que no me gustó, o si mis compañeros no son tan amables, o si no estamos haciendo las técnicas de la manera que a mí me gusta, o no sé, ¿no? Cualquier excusa siempre va a ser buena, y es como que la práctica se debería ajustar a los caprichos del egocentrismo, y es justamente al revés. Fernando: Digamos, uno se somete a la voluntad, a una voluntad externa, al ego, digamos, que es la enseñanza del maestro, ¿no? Entonces, aunque uno no esté de acuerdo, aunque a uno no le parezca, por supuesto no estamos hablando de seguir a un loco cualquiera, que nos diga cualquier cosa, ¿no? Pero, digamos, una vez establecida la relación, digamos, y cuando uno sabe que un maestro, el maestro da una enseñanza que uno no comprende, pero pasan cuatro o cinco años y uno corrobora que tenía tanta razón, ¿no? Y pasa, y siempre se repite ese mismo ciclo. Bueno, en algún momento uno tiene que empezar a confiar, ¿no? A confiar en esa persona, ¿no? Jose: Si yo le preguntase cómo se puede reconocer a un maestro, o sea, por ahí… Fernando: Sí, es una gran pregunta, es una gran pregunta, Chente. Sí, es una gran pregunta. Le digo porque cinturones negros hay muchísimos y a escuelas hay muchísimas, ¿no? Entonces… Jose: Sí, sí. Fernando: Miren, esto no es solamente para las artes marciales, sino para, qué sé yo, para el budismo, Zen, o para un montón de cosas, digamos. Un verdadero maestro, dicen los antiguos textos devocionales, que se reconoce por tres pilares, ¿no? Se reconoce por su conducta, o sea, por su ética, por su acción cotidiana, ¿no? Se reconoce por su disciplina y se reconoce por su compasión, ¿no? O sea, si un maestro no tiene una conducta ética aceptable, digamos, si un maestro no muestra disciplina en su práctica, ni profundidad en su práctica, y si no es compasivo y benevolente para con sus estudiantes y para con el mundo en general, bueno, no sería un maestro al que deberíamos seguir, digamos, ¿no? Entonces siempre es muy importante observar con la lupa, ¿no?, antes de transformarse en el hilo que enhebra esa aguja, ¿no?, en el de entregar la confianza y la voluntad y el esfuerzo a una persona, y dedicar un tiempo prudencial a la observación de esos tres pilares, ¿no? Por supuesto, bueno, yo eso lo vi en el sensei Rodríguez y lo veo permanentemente en Ando Sensei, ¿no? Una persona con una conducta intachable, con una generosidad absoluta, con una bonomía y una disciplina, además, ¿no? Le voy a contar algo que comentó hoy mismo Stefani Sensei, ¿no? De manera muy graciosa, pero que lo pinta de un cuerpo entero, ¿no? Ando Sensei le preguntó a su esposa hoy, ¿para qué servía el botón de repetir la alarma en su despertador? Se lo preguntó con toda ingenuidad. Con toda ingenuidad le preguntó para qué servía eso, porque, claro, Ando Sensei suena, antes de que suene el despertador y él toma kamae, ¿no? Como buen samurái, no duda al hacer lo que hay que hacer, digamos, ¿no? Pero esto creo que explica muchas cosas, ¿no? Me reía mucho hoy mismo cuando me enteré de esto, cuando estábamos comentando esta situación. Realmente es así, ¿no? Con esa ingenuidad de las personas que están conectadas con otra energía que no es la energía mundana, ¿no? Pero al mismo tiempo esa ingenuidad que no tiene nada de ingenua ni de poco profunda, ¿no? Sino que realmente es propia de una persona que está conectada con una energía superior, realmente, ¿no? Ciertamente, cierto. En una dimensión diferente. Jose: Sensei, el Aikido Yoshinkan cumple 15 años en Argentina. Así es. Hace un día estuvimos celebrando. Me gustaría saber un poco el desarrollo, todo lo que ha costado construir un dojo. Porque una cosa es saberse la técnica y otra muy distinta es poder gestionar un grupo humano y llevar un dojo adelante. Fernando: No sé. Sí, eso es lo más difícil. Lo hemos hablado mucho porque usted está haciendo esa labor de una manera extraordinaria en Chile. Y aprovecho la oportunidad para agradecérselo y agradecerle a usted personalmente todo lo que está haciendo. Por el Aikido Yoshinkan en Chile desde hace ya muchos años. Y bueno, aprovecho la entrevista para agradecerle en nombre de la memoria del Maestro Shioda, en nombre de Ando Sensei y en nombre de todo Yoshinkan. Y así que, bueno, usted sabe bien de esas dificultades. Sobre todo en países latinoamericanos donde los recursos son escasos, donde la cultura está en las antípodas para bien y para mal, de la cultura japonesa. Con todo lo bueno y todo lo malo que tenemos nosotros y todo lo bueno y todo lo malo que tiene la cultura japonesa. Creo que ahí hay una síntesis. Lo complicado que es unir ambas culturas, porque creo que hay algo importante. Sí, pero creo que es una síntesis maravillosa. Yo puedo comprobarlo a cada momento eso. Porque veo como Ando Sensei presta muchísima atención a algunos valores muy lindos y muy profundos que tiene nuestra cultura latinoamericana. Y también nosotros, es sabido y proverbial todo lo que tenemos para aprender de la disciplina, el orden y la organización japonesa. Pero si logramos sintetizar la espontaneidad, el ingenio para sobrevivir, que tenemos los latinoamericanos, porque las causas y condiciones nos han llevado a utilizar el ingenio para poder subsistir. Y si podemos sintetizar toda esa viveza o astucia criolla, en el buen sentido, no estoy hablando de las faltas éticas ni de ese tipo de deshonestidades. Estoy hablando del ingenio popular que resuelve situaciones espontáneamente. Pero si logramos sintetizar eso con el orden y la disciplina propia del Japón, creo que podemos crecer muchos sin tener un techo. Y lo mismo para el Japón. Hay muchos problemas sociales que ellos podrían mejorar o por lo menos suavizar, incorporando algunas cuestiones que tienen que ver con nuestra concepción de la amistad, de la familia, incluso de la diversión, del sentido de la espontaneidad, de la sinceridad a expresarse, de la apertura para relacionarse. Eso es algo que a ellos les haría mucho bien, creo. Jose: Sensei, hablando un poco del Aikido, hace unas horas estaba viendo los videos que ha editado la escuela y los invito a todos los escuchas a que los puedan revisar en la cuenta de Instagram o de Facebook. Usted decía que Aikido era, voy a parafrasear, una gran paradoja porque era un arte de guerra, pero que buscaba en sí mismo la transformación y la paz, la iluminación a través de un arte de guerra. Entonces, no sé si podría ahondar un poco en esa idea que me pareció muy bonita. Fernando: Sí, claro que sí. Sí, creo que el Aikido, como todos los yogas o las artes habilidosas del Oriente, en realidad son instrumentos para la búsqueda, como usted bien dice, de la iluminación y de la espiritualidad más profunda. Lo que ocurre es que ningún medio habilidoso, llámese yoga, karate, meditación zen o lo que fuere, ninguno de esos medios por sí mismo alcanza. No son suficientes. De hecho, y tampoco ninguno es mejor que otro, ninguno es mejor que otro, independientemente de la persona que lo lleve adelante, quiero decir. Entonces, por eso hace un ratito yo mencionaba el tema de la motivación pura, una motivación altruista, una motivación pura para practicar, y un abandono del egocentrismo al momento de evaluar cómo me relaciono yo con ese medio habilidoso. Porque si yo me relaciono con la práctica únicamente, no digo que esté mal, y además es como algo que viene por añadidura, uno cuando practica se va a encontrar seguramente mejor, más saludable, va a descansar mejor, en ese sentido se podría tomar como algo análogo a una terapia, tiene elementos de la terapia, también tiene elementos hasta de la religión, si se quiere, de la filosofía, tiene elementos clínicos, tiene elementos espirituales, deportivos, pero lo bonito que tiene un medio habilidoso como el Aikido, es que si uno lo practica en profundidad, compromete el cuerpo, compromete la mente, la psicología y también compromete el espíritu. O sea, si uno solamente se acerca al dojo en busca de espiritualidad, sería mejor que vaya a una iglesia o un templo, y si solo se acerca en busca de terapia, lo mejor es acercarse a un profesional de la psicología o de lo que fuera, y si solo busca defensa personal, es mejor comprarse un 357. Entonces, uno no se acerca a la práctica por ninguna de esas cosas, aunque practicando, uno desarrolla un arte marcial defensivo eficaz, uno se siente mejor psicológicamente, y uno, digamos, se acostumbra a un estado de conciencia que me predispone a la búsqueda de la iluminación, digamos. Y creo que ese es el sentido más profundo de la práctica de las artes marciales. Jose: Sensei, ¿por qué usted cree que a veces, y me ha tocado mucho, digamos, antes yo daba respuesta a estos comentarios que suceden mucho en las redes sociales, como dicen, Aikido no sirve, Aikido es esto y aquello, pero… Fernando: Sí, es verdad, Aikido no sirve para muchas cosas y sirve para algunas otras, digamos. O sea, está bien que sea así. La otra vez una persona me dijo que mi técnica no le gustaba para nada, y bueno, yo le dije que en eso estábamos completamente de acuerdo y que podíamos seguir discutiendo de otras cosas. Entonces, realmente es así. Cuando alguien me dice que el Aikido no sirve para… Sí, probablemente a esa persona no le sirve, porque tiene que haber… Es cierto, no hay ninguna, ningún yoga o ningún medio habilidoso, como dijimos recién, es para todos, ni para todo momento. O sea, quiero decir con esto que cualquier cosa puede ser un veneno o cualquier cosa puede ser una medicación, y lo importante es la relación que yo establezco con eso. Incluso la práctica del Aikido, por poner un ejemplo, la práctica de la meditación, es muy buena, claro que sí, pero no es muy buena siempre y tampoco es muy buena para todos. Si una persona tiene un brote psicótico o tiene algún desequilibrio psicológico profundo, probablemente estaría contraindicada a la práctica de la meditación. Entonces, posiblemente sí pueda ser una gran herramienta para una persona en otra condición mental, digamos. Pero digo, no todo es bueno en todo momento, ni para todo el mundo. Entonces, es cierto que el Aikido no sirve para determinadas personas en el momento en que transitan, en este momento. Y no quiero decir con esto que esas personas estén en un nivel inferior ni superior, porque eso es casi una tontería. Estamos todos caminando al mismo lugar. Si uno camina un paso atrás o dos pasos adelante, todos llegaremos al mismo lugar en el momento que haya que llegar. No es algo importante. Pero digo, es cierto que probablemente el Aikido no es para todo el mundo ni es bueno en todo momento. Cada persona tiene que encontrar su camino, lo que resuene con sus causas y condiciones y también hasta con su deseo personal y su afinidad. Así que está bien, digamos. Y además, las críticas muchas veces tienen que ser bienvenidas. Recuerdo una frase del Tao Te Ching, a cinco siglos antes de Cristo, que se escribió que cuando una persona sabia escucha hablar del Do, del Tao, del camino espiritual o del vehículo, cuando una persona sabia escucha hablar sobre eso, inmediatamente intenta practicarlo. Cuando una persona inteligente escucha hablar del Do, trata de comprenderlo. Y cuando un tonto escucha hablar del Do, se burla o se mofa. Y termina diciendo, si un tonto no se burlara, si el inteligente no tratara de comprenderlo, si no fuera la práctica del hombre sabio no sería el Do verdadero. Entonces, cada cosa en su lugar. A veces el rechazo de nuestra práctica o de nuestro camino de parte de ciertas personas que ven la vida o están condicionadas de un modo diferente, está bien. Es como debe ser, no hay que preocuparse por eso. Jose: Sensei, para ir cerrando, me gustaría tocar como el tema de las artes marciales y el posmodernismo que vivimos a una velocidad, el día a día, el trabajo, el gimnasio, la fantasía. Y bueno, practicar artes marciales lleva un tiempo de aprendizaje, es un camino para toda la vida. Entonces, ¿cómo vislumbra usted el futuro de las artes tradicionales? Como el Aikido, por ejemplo. Para preservar la técnica, ¿no? Fernando: Sí, sí. Yo creo que hoy por hoy, todos los yogas o todos estos medios habilidosos que nos vinculan con la búsqueda de la iluminación o de la espiritualidad más profunda son cuestión de subsistencia de la especie a esta altura. Realmente es indispensable que las personas, de un modo u otro, con una técnica u otra, puedan conectar de alguna manera con este tipo de disciplinas o de prácticas. Cualquiera de ellas sea la que mejor coincida con la persona de la que se trata. Y lo que usted dice acerca del posmodernismo, donde es todo en un clic, ¿no? O a veces personas que creen que… Claro, o personas que conocen mucho de artes marciales, pero conocer es una cosa y saber es otra, ¿no? Porque conocer o explorar… Hay también un consumo del dharma, como se dice en el budismo, o un consumo del budo, o un consumo… Como una transformación también de prácticas espirituales ancestrales en un objeto de consumo también, ¿no? Y eso es un peligro porque hay personas que pasan demasiado tiempo mirando YouTube o esas cosas, ¿no? Y en verdad es mucho más provechoso dedicar ese espacio de tiempo al entrenamiento con un maestro, ¿no? Porque no tiene… No todo pasa por el cerebro frontal y por la bidimensionalidad de un celular o una computadora. Y es irreemplazable la experiencia vital, integral, de cuerpo, mente, espíritu con un otro, ¿no? Entonces, yo lo que recomiendo a mis alumnos es que hagan pequeños votos porque es muy difícil. Es muy difícil salirse de lo que manda la sociedad y la publicidad y toda esa vorágine que nos empuja hacia un lugar, ¿no? Entonces, a veces yo recomiendo empezar a decir, bueno, por una hora o por 20 minutos o por dos horas o por cinco horas no me voy a conectar con el celular. Hacer pequeños votos sostenibles, ¿no? Decir, bueno, pase lo que pase, ocurra lo que ocurra, en el día de hoy no voy a levantar la voz, no voy a enojarme con ninguna persona, aunque el tránsito esté descolocado o aunque me tiren los autos encima, ¿no? Entonces, cosas que no sean demasiado exigentes pero que uno pueda proponerse y cumplir, ¿no? Y ir alimentando la voluntad y el entusiasmo para seguir avanzando. Y con la práctica es igual, ¿no? Digamos, no… Muchas veces vienen alumnos y me dicen, yo quiero practicar y digo, bueno, venga, cuando quieras. Sí, pero no, los viernes no puedo porque tengo inglés, los martes no puedo porque… Digamos, no se puede practicar seriamente si uno no está dispuesto a cambiar algo de lo que viene haciendo. O sea, si uno no está dispuesto a hacer un cambio sobre su propia persona, yo no creo, ¿no? Ir a practicar Aikido o Yoga o ir a jugar a las cartas dos veces por semana. Solo como un entretenimiento, claro que sí. Pero no como un Budó, ¿no? No como una práctica transformadora que es lo que realmente es, ¿no? Entonces, hay que estar dispuesto a… Digamos, no a hacer cambios muy drásticos o muy difíciles porque son insostenibles, pero sí a ir dedicando un tiempo, una energía a pequeñas cosas que, como se dice en Japón, con una brisna de polvo y otra brisna de polvo, al final del tiempo termina siendo una montaña, ¿no? Entonces, pasito a paso, pasos pequeños, sostenibles, no demasiado exigentes, posibles, pero con un destino y con una claridad de hacia dónde quiero ir, ¿no? Y tomar decisiones que realmente transformen la vida cotidiana. Yo, a veces, caligrafeo siempre Aiki Soku, Seikatsu, significa que la verdadera práctica es la vida cotidiana y cualquier lugar es un dojo, ¿no? Él decía que el dojo, o sea, el lugar de práctica, está exactamente debajo de tus pies, ¿no? Es aquí y es ahora, ¿no? Es aquí y es ahora. Jose: Sensei, si alguien quisiera practicar Aikido Yoshinkan, se encuentra en Argentina, ¿a dónde tiene que asistir? Fernando: Sí, mire, la verdad es que… ¿Tiene contacto con la escuela? Fernando: Yo agradezco que siempre me preguntan estas cosas, ¿no? Y yo siempre respondo igual también, ¿no? Por supuesto, nosotros damos clases en el Club Banco Nación, es un club muy conocido y hoy se puede googlear y ahí está nuestra página oficial, www.aikido.yoshinkan.com.ar Fernando: Bueno, ponen Fernando Martínez Aikido, Argentina, y van a encontrar mucha información, pero sinceramente lo que recomiendo es que si una persona en Chile o en Argentina o en Latinoamérica o donde fuere, sobre todo en nuestros países latinoamericanos, están interesados por el Aikido, que se contacten con cualquiera de las escuelas de Aikido, la más próxima a su casa, y que intente practicar de una manera que le resulte posible, porque a veces viajar mucho para ir al dojo no es algo… que uno tenga la predisposición al principio, ¿no? Después que pasan unos años y que uno conoce un poco más, como en el caso suyo o como en el caso mío, yo no tengo ningún problema de viajar 40 horas en avión para tomar una clase con mis amigos, ¿no? Y usted dice que hace grandes esfuerzos para poder entrenar. Pero eso viene después. Yo no viajo 40 horas, pero… Sí, sí. No, pero hace grandes esfuerzos también. Y a veces usted por lo menos cruza la cordillera de los Andes para poder practicar y hay gente que dice no, el dojo me queda a 40 minutos de mi casa, ¿no? Sí. Pero digo, no es reprochable al principio eso. Por eso digo que siempre viendo el que esté interesado en la práctica, arranque por lo posible, ¿no? Que vaya al lugar más próximo y que haya tiempo para profundizar, para elegir y para buscar el maestro que tenga más afinidad o la escuela que tenga más afinidad o la práctica que tenga más afinidad con su espíritu. Jose: Sensei, esta conversación estaba programada para durar 30 minutos y bueno, nos hemos pasado el tiempo, pero creo que ha merecido la pena. Gracias por esta charla tan bonita y gracias por atendernos el teléfono y por la disposición, sensei. Fernando: Al contrario, José, la verdad es que no puedo creer que hayamos pasado tanto tiempo, me parecieron 15 minutos nada más y evidentemente charlar con usted es un placer tan grande que el tiempo pasa muy rápido. Así que espero que los oyentes no se aburran demasiado con tanta autorreferencia y bueno, con demasiada cuestión personal que no es importante para nada, pero que de alguna manera el único propósito es que esta conversación se haga en la hora para que muchas personas encuentren un camino que los conduzca a mayor felicidad a ellos y a todos los seres en general. Jose: Muchísimas gracias por su tiempo, sensei. Seguimos conversando esta vez en privado y bueno, que el Aikido nos vuelva a unir. Muchas gracias, sensei. Fernando: Como siempre, a su disposición, José. Y bueno, un abrazo y un saludo cordial para todos los oyentes y gracias por la paciencia y por pensar en mí como alguien que pueda resultar interesante y que pueda ayudar a transmitir algo que resulte interesante para alguna persona. Ojalá sea así. Jose: Hasta luego, que esté muy bien. Un fuerte abrazo.
La transcripción de esta entreista es gracias al sensei Luis Gutierrez, 1er dan de Aikido Yoshinkan y quien dirige los destinos de la organización en Bogotá Colombia.
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