Hola a todos!
Dicen que nadie es dueño de la verdad y hace tiempo que estoy dándole vueltas al cómo escribir este post que viene de la mano de todas las entradas anteriores que tratan de alguna manera de demostrar o aportar información acerca de la efectividad del Aikido.
Hoy quiero conversar acerca del entrenamiento en Aikido, la efectividad de la técnica, la honestidad y la realidad… espero en realidad no volverme un ocho antes del primer párrafo.
El circo y el otro “la teatralidad” En el primero están enmarcadas todas esas técnicas mediocres donde el uke colabora para hacer la técnica, una cosa que pasa y mucho, conscientemente o no, pero pasa. En este renglón puedes ver gente que se tira, se proyecta a más de un metro de ti sin haber hecho el mínimo esfuerzo, no logras el desbalance y lo tienes ahí de frente y uke no te rompe el alma por bondad, pura y simple bondad.
Lo peor de este asunto es que buscan más la estética que la efectividad en sí de la técnica. Hay una rama muy poderosa del Aikikai en el que se pueden ver cosas verdaderamente sorprendentes y entiendo que de ahí vienen ciertos comentarios relacionados con la inefectividad de la técnica y la verdad es que hay casos que ni siquiera tienen defensa alguna. Yo he visto afiches anunciando seminarios de grandes maestros haciendo nikyo con el uke de frente totalmente; kaiten nage con el uke entre las piernas de tori, manos que atrapan los ikkyos… y pare usted de contar.
La teatralidad es diferente. Nos convierte a todos en buenos o malos actores. En el primero de los casos, seremos una excelente guía para nuestro tori, en el segundo… involucionismos y cambiamos el trabajo de actor por el de cirquero, pero, qué es en realidad la teatralidad y que nos convierte en buenos actores? Cuando entrenamos en el dojo, es hacerlo en un ambiente controlado. Es muy posible que lo hagas con un buen amigo, pero que sabes que no te va a regalar nada y no contento con eso, va a marcar tus lados débiles. Él seguro se va a acercar a ti y te va a decir NO… no sirve y no reparará esfuerzos en hacerte entrenar para que mejores.
En pocas o muchas palabras, no lo sé bien, cada uno toma su papel dentro de esta dramatización. Uno va a atacar, sin la maldad de romperte los dientes y el otro hace la técnica pero sin romperle el codo al compañero… El Sensei William Pérez siempre nos dice medio en broma, medio en serio que “que tori eres y en uke te convertirás” y me parece una maravilla como logró parafrasear con tanta exactitud una de las grandes verdades de la vida, del Aikido… que al final son lo mismo.
En este complejo concepto de teatralidad todo el mundo sabe qué va a hacer. Sabe cómo va a atacar, así que elimina el factor sorpresa, sabes por ende cómo te vas a mover y mejor aún sabes cómo se va a mover el otro. ¿Perfecto, no? Depende… esa sería mi respuesta. Para entrenar y aprender determinados movimientos funciona, pero no para salir de allí a poner en práctica todo lo aprendido. Es por esta razón que pienso que el aprendizaje del Aikido a veces puede ser muy largo en comparación a otras artes marciales.
En este punto llegamos indudablemente a otro concepto que va muy de la mano con todo esto. La honestidad. Esta es, la mejor manera de hacer las cosas dentro y fuera del tatami. Ser honestos nos aleja diametralmente a esas cosas que se hacen porque se ven lindas y no porque lo puedes usar como defensa personal; nos ayuda a entender la importancia de la teatralidad y nos mantiene lúcidos y podemos ver en dónde estamos. Nadie jamás te podrá explicar qué se siente hacer una técnica bien hecha, pero lo más importante es cuando ocurre, porque es sin duda alguna, una cuestión de piel; de sentir y cuando ocurre es un sentimiento, una experiencia y una sensación adictiva. Por último, quiero hablar de la realidad. De este es el que menos sé, gracias a Dios. Hablo de utilizar el Aikido en un momento donde ésta sea una posibilidad realmente apremiante. Tener que marcar un atemi bien marcado y hacer cualquier cosa, eso sí, bien hecha, puede ser la diferencia entre que salgas bien librado o no de un ataque que busque lo peor. Creo que para esto nadie te prepara nunca jamás. En este punto ya no estás en el ambiente controlado que es el dojo; el factor sorpresa está a flor de piel, al igual que los nervios y la adrenalina. ¿Entonces qué se puede hacer? En lo posible mantener la calma y afinar los sentidos y solo te quedará lo que hayas entrenado con honestidad para salir bien librado de esta situación. ¡Que tengan buena práctica!
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